- Donde llega... la caga -

La verdad es que tengo la conciencia dividida. Digo esto porque por un lado me entusiasma saber de la existencia de viajes exóticos organizados por agencias de viajes. ¿Quién no disfrutaría del deleite de convivir unos días con una orden de monjes budistas en el Himalaya o del placer de un ascenso al mismísimo Kilimanjaro o del respirar el mismo aire purificante del Machupichu, o sentirte engullido por el radiante blanco de los polos?.

Esas posibilidades me hacen soñar aunque sea consciente que quizás el 90% no podré visitarlo nunca. Ahora es donde entra la parte opuesta de mi consciencia a todo esto.

El viernes pasado, en la Antártida, ocurrió algo a lo que parece que –desgraciadamente- que nos estamos acostumbrando.

El crucero Explorer se hundió el viernes en el Océano Antártico, a unos 1.000 kilómetros al sudeste de la ciudad argentina de Ushuaia, tras chocar con un iceberg poco después de la medianoche. El barco ha dejado una mancha de fuel de 40 kilómetros cuadrados, proveniente de los 185.000 litros de combustible que hay en sus tanques.

Pues nada, de aquí poco en vez de osos polares tendremos "osos dálmatas" y las focas, pingüinos, orcas etc. a comer plastiquete ¡ que rico !.

Una cosa está clara: todo lo que toca el hombre es mierda, donde vamos lo ensuciamos y lo destruimos. Es triste pero cierto, cada vez son menos los parajes que podrán disfrutar las próximas generaciones y cada vez más indagamos en ellos contaminándolos y explotándolos. Muchas veces pienso que, de estar a mi alcance, sacrificaría el poder visitar esos lugares si por ello se mantuvieran vírgenes, me conformaría con saber que existen, me conformaría con imaginármelos.

Crucero Explorer (el susodicho)

-Sitjar -