Ignacio Escolar expuso el pasado 17 de diciembre, una realidad de la que muchos son ajenos. En ocasiones no viene nada mal ver más allá y tomar conciencia de la realidad social a la que, sectores repletos de prejuicios, tratan de ocultar y silenciar, conduciéndolas a la marginación por razones ideológicas y de estatus social.
Los hechos probados son:
1. Que la acusada es una mujer inmigrante sin papeles que era prostituida bajo los neones de algún club de alterne, en alguna carretera de Andalucía.
2. Que en 2007 se quedó embarazada.
3. Que ni siquiera sabía quién era el padre, que podía ser cualquiera de esos que se llaman a sí mismos “clientes”.
4. Que la mujer recurrió a una de las pocas cosas que casi nunca fallan, la familia, y huyó a la casa de una prima en Pamplona.
5. Que una amiga de su país, de República Dominicana, le mandó un medicamento que también sirve para provocar el aborto.
6. Que probablemente estaba desesperada, que lo hizo, que se tomó cuatro pastillas y abortó; que el feto tendría entre 16 y 20 semanas.
7. Que se desmayó en el cuarto de baño, que no paraba de sangrar, que su prima la llevó de urgencia al hospital, donde los médicos la salvaron.
8. Que lo que hizo es un delito que en España se podía castigar hasta con la cárcel, que ella confesó lo que había pasado, que luego lo negó.
9. Que los médicos llamaron a la Policía.
10. Que la detuvieron, que la tomaron declaración, que la llevaron a juicio.
11. Que la fiscal pedía 8 meses de cárcel, y después –cuando llegó la nueva ley– lo rebajó a una multa de 2.160 euros.
12. Que ayer fue condenada a pagar 540 euros; al cambio, según las tarifas que diariamente publican algunos periódicos, unos diez “completos”.
13. Que aunque hubiese querido abortar en un hospital, no habría podido hacerlo porque no tenía papeles, porque no tenía dinero, porque además estaba en Navarra.
14. Que cuando algunos plantean prohibir el aborto en España, de lo que hablan realmente es de que sólo las mujeres con dinero para viajar a Londres puedan abortar; de que haya más víctimas, como esta mujer, que no sólo se jueguen la cárcel sino también su vida.
Ignacio Escolar (Diario Público)
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