- Tus resplandecientes escamas me llenan de desconfianza Sirena, no sois bien avaladas por las leyendas, devoradora de navegantes. Muchos han sucumbido a vuestros cantos, ¿por qué debería ser diferente en esta ocasión?, ¿necesario es atarse a un mástil para contemplar vuestra hermosa belleza como bien hizo el intrépido Ulises?. Hipnotizado he llegado hasta aquí frente al color de tu fulgurante cabello mojado, mas bien debo admitir ostentar un leve regocijo por tu presencia, aunque temo liberar el anhelo constante de mis lejanas carencias afectivas que han condicionado la inmensa mayoría de mis acciones.
- Leyendas humanas…no siempre acreditan la autentica veracidad pues el humano es sumamente imperfecto y vuestra lógica escapa como pez entre diez dedos, aunque reconozco que en tal caso no debería contradecir la evidencia inequívoca de la que recelas. Soy rara avis en mi especie, he renegado del genoma de mi híbrida especie y he huido a olas solitarias que oscilan en cientos de litorales expectantes e indiferentes, tan sólo la luna me acompaña en este vasto mar vacío de húmedas profundidades.
- ¿No seduces a navegantes y marineros con encubiertos cánticos tras tu escultada belleza? ¿No palias tu sed de amor y pena con confusos espíritus mortales?
- Mi placer lenitivo es aquel que coexiste en los bienes más nativos, la sensatez más lumínica que tutela nuestros días fugaces, el tembloroso escalofrío del deleite absoluto que nos ofrece el cosmos. El cielo firme, gustoso de ser observado, se entristece tras nuestras inútiles distracciones inmorales. Ayúdame a profetizar océanos y mares con la nueva moralidad de una fraternidad eterna, libérame a perpetuas aguas mojadas.
- ¡Nocturno viento mío el que sopla y refresca mis reflexiones!; tiempo hacia que no veía otros ojos en oscuro pozo de alargado cuello. Desconsolada pides seguir zambulléndote tras corales de futuras esperanzas, pues tu mirada implora, utópica, una perfecta hermandad entre dispares especies.
Creo que mi deber es liberarte humilde Sirena y que a nados alimentes tu soledad con desvanecidas almas salinas.
Con pleno convencimiento y ruda decisión redimí a aquella extraviada Sirena de aguas claras. Nunca me había acercado tanto a un ser tan bello: sus dedos eran dulces perceptores de sensaciones vestidos en fina seda, su pelo bebía del parsimonioso lago de las sensaciones cual reverente mimosa oscilante a orillas de estanques remotos, la sutil curvatura de su espalda era delta de dispar desembocadura, sus brillantes ojos eclipsaban la falsa astrología y fenecía fanatismos y religiones opresivas de nuestro ser profundo, hijo de esta tierra.
- Sitjar -
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