viernes, 29 de diciembre de 2006

- Mundo caspa -


La reina del higadillo

Maite Zaldívar, la un tercio de naranja de Julian Muñoz, es la nueva reina del higadillo. Es decir, de la televisión purulenta. Del canal humano. De la autopsia retransmitida en directo.Ayer noche Telecinco emitió, dentro de su programa 'Dolce Vita', "la entrevista más buscada, la primera vez que [esta mujer] acude a un plató despues de haber sido detenida en la 'operación Malaya'". Los televidentes nos enfrentamos a una mujer destrozada, un detritus humano que sólo lograba mantenerse sereno y lúcido gracias a una única e irrefutable convicción: en las tres horas de programa iba a ganar más dinero que usted y yo en toda nuestra puñetera vida.Durante años, los entrevistadores horteras han titulado 'La reina de corazones' todas y cada una de sus confidencias con Isabel Preysler. Santi Acosta, patético periodista de investigación visceral, debería haber presentado a su invitada, Maite Zaldivar, como 'La reina del higadillo'. Es decir, de la prensa amarilla. De la televisión mierdosa. De la información esperpéntica. De la víscera en proceso de pudrición.En un país civilizado, el presentador y la protagonista de este programa de reinserción con forma de programa de televisión no podrían salir a la calle, recoger a sus hijos del colegio o ir al dentista sin avergonzarse, sin ser abucheados, sin sentirse los seres más andrajosos y miserables de la Tierra. En España, estos individuos charlan ante miles de televidentes con el rostro severo de quien debe aportar algo a la sociedad: "Maite nos hablará de sus miedos, sus sentimientos, sus inseguridades".Zaldívar habla llorando. Pero su deshidratación es tan burda que da asco: recuerden que esta María Magdalena de la corrupción inmobiliaria es la ex mujer de Julián Muñoz, la misma que guardaba los fajos de billetes en bolsas de basura, la que corría tras camello cuan rey mago descabalgado, la que ahora suelta lágrimas de cocodrilo recordando su paso por chirona. Habla de sus 72 horas en el calabozo, de la impresión de sus huellas digitales, de sus compañeras de trena... y suena falso, rastrero, miserable. Una vergüenza para quienes pagan y emiten esa miserable apología de la corrupción, un asco para quienes desde nuestras casas pagamos honradamente impuestos, hipotecas, colegios...
(Descodificador-Javier pérez de albéniz)

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