viernes, 29 de diciembre de 2006

- Ecología -


Urgencia de una nueva moralidad

Los informes sombríos sobre el estado de la Tierra y sobre el futuro desalentador de la especie humana nos sugieren la urgencia de una nueva morlidad. Más y más nos damos cuenta de que esta situación dramática se vincula a la forma insensata y hasta inmoral con la que nos relacionamos con la naturaleza, depredándola sin remordimiento a través de un modo de producción que hace del lucro su única ley y religión.

Solamente ahora, cuando la alarma ecológica ha llegado a las páginas de la economía, empiezan los gobiernos y las grandes instituciones internacionales a tomarla en serio. La crisis no viene: ya estamos dentro de ella, y alcanza a millones de personas. Al Gore, en su documental «Una verdad incómoda», nos proporciona los datos. O invertimos ya ahora en la disminución de los gases de efecto invernadero, o en los próximos años tendremos que aplicar más de mil millones de dólares anuales para estabilizar el calentamiento dos grados por encima del actual nivel. O nos vamos a encontrar catástrofes nunca vistas.

Bien analizadas, estas medidas son apenas paliativas. Parten de un presupuesto equivocado: piesan que limando los dientes del lobo disminuimos su ferocidad...
O sea, podríamos continuar con el mismo modelo de producción y consumo, disminuyendo simplemente la dosis. Ese modelo nos condenará a todos, porque se basa en una metafísica falsa, la de que podemos disponer de los recursos como nos venga en gana, y que nuestra relación con la naturleza es sólo de orden utilitario.

Pensamos que estamos por encima de la naturaleza, y contra la naturaleza. Ella se vengará, tal vez expulsándonos definitivamente de su seno, como se expulsa a una célula cancerígena.Por eso, de poco valen las soluciones técnico-científicas fundadas en aquella metafísica. Necesitamos una ecuación moral que cambie los fines y no sólo los medios de nuestra civilización. He aquí algunos puntos para la nueva moralidad.

En primer lugar, debemos tomar en serio el principio de precaución y de cuidado. O cuidamos de lo que queda de la naturaleza y regeneramos lo que hemos devastado, o nuestro tipo de sociedad tiene los días contados. Además, filosóficamente, el cuidado es la precondición para que surja cualquier ser, y el criterio anterior a toda acción.

En segundo lugar, importa dar centralidad al afecto, a la compasión, al corazón y a la piedad, como principios morales. Eso nos enseñan el budismo en Oriente y Schopenhauer en Occidete. Ambos afirman: «no hagas mal a ningún ser, más bien esfuérzate por ayudar a todos lo más que puedas».

En tercer lugar, urge rescatar el respeto y la veneración ante cada ser, porque representa un valor por sí mismo. Como lo formuló Albert Schweitzer: «ética es la ilimitada veneración ante la vida y el respeto ante cada ser».

En cuarto lugar, se hace necesario asumir la responsabilidad del futuro del planeta y de la vida. Somos los guardianos del ser. Hans Jonas espresó así el principio de responsabilidad: «actúa de tal manera que tus actos no sean destructivos para la vida».

En quinto lugar, en vez de la competición hay que reforzar el principio de cooperación, porque es la ley suprema del universo: todos los seres son interdependientes y se ayudan unos a otros para evolucionar, sin excluir a los más débiles.Si viviéramos esa nueva-vieja moralidad, cambiaremos los comportamienos de los estados y de las personas para con la naturaleza, y así nos salvaremos. Vale la frase de 1968 en los muros de París: «seamos realistas, exijamos lo imposible».
(Leonardo Boff )

1 comentario:

Toni Rajo dijo...

Me tomo la libertad de salirme un poco del tema, haciendo referencia a un dato que he leído. Al Gore, ése que perdió las elecciones contra el magnífico Bush.
Un señor que dado su nivel político, empresarial y económico, podría estar viviendo en un rancho en tejas, veraneando en su chalet de Miami y visitando con sus hijos los mejores parques de ocio del Mundo, pero no, se ha esforzado haciendo un documental que ha hecho que los mejores periodicos y las más famosas televisiones se hagan eco del problema tan grave de contaminación de nuestro mundo. ¿Son capaces los estadounidenses de dormir tranquilos después de haber elegido al mayor asesino que ha vivido en la casa blanca en la historía de ese país, en vez de a un político comprometido con el medioambiente y con la tierra?
Comprobamos cuatro años después de que sí duermen tranquilos, es más, volvieron a votar al mismo que ha invadido afganistán sin motivo aparente, al que está intentando invadir Iraq y después de tres largos años de guerra aún están muriendo soldados americanos (un número superior de víctimas de lo que tuvo el atentado de las torres gemelas), que después de tantos años y gracias a sus derroches en comprar armamento ha conseguido que la economía estadounidense tiemble y que el dolar baje considerablemente.
Pero da igual, Bush es un patriota.

"Lo peor de las malas personas es que nos obligan a dudar de las buenas"