Pan, circo, fútbol... y el cochambroso nacionalismo se adueñó de todo un estado. No hizo falta aprobar leyes humanistas, avanzar en ayudas sociales, endurecer penas que lo requieren, solventar injustos vacíos legales, cumplir a rajatabla cualquier protocolo que proteja el medio ambiente o erradicar la corrupción política. Señores, España ha ganado el mundial de fúतबोल de Sudáfrica 2010.
Siete partidos de fútbol de máximo nivel continental bastaron para animar a la mayoría de todo un país de cerca de 47 millones de habitantes a sublevarse ante estos desfavorables tiempos de crisis – no tan solo financiera - y salir en masa a la calle rindiendo culto al Dios jolgorio para así berrear de alegría al unísono del pueblo un himno sin letra.
Con cien banderas por calle - desde primeros de junio – y viento que las bate a toda vela quedaron ataviadas un sin fin de balconadas relegando así a un segundo planto maceteros y centros florales। Muchos turismos también tuvieron la oportunidad de alardear de su fatuo españolismo. Las calles se tiñeron de rojo y amarillo en sus jornadas festivas. No recuerdo haber visto una asistencia tan masiva a un evento desde que tengo uso de conciencia. Era “el orgullo de ser español” y eso lo había conseguido el fútbol “unir a todo un país”. Yo, desde casa, podía sentir como al sector fascista de este estado soberano les explotaban sus testículos – cual cohete en una verbena - cargados de tanta testosterona como vómito biliar ostentan sus sistemas nerviosos. Yo, por mi parte, nunca me creí sentir tan poco identificado, tan poco involucrado en esa festividad.
Pero pasan las semanas, y los festejos futboleros van menguando llegando al punto de desaparecer por completo como es costumbre. Volvemos a la realidad.
En septiembre se consuma la huelga general. El círculo de empresas no sucumbe mayoritariamente a la misma - no esperaban menos los que han mostrado total descontento ante un retroceso de 30 años en cuanto a los derechos del proletario se refiere -. El Partido Popular que, meses atrás llega incluso a defender intereses del pueblo llano por surrealista que parezca, tampoco se deja ver en el acto democrático. Es algo más comprensible, más realista, pero no deja de ser sorprendente que, vistas las artes opositoras, no hagan caja
en un alarde de oportunismo ante su intención de llegar al poder en un cúmulo de intenciones tan sucias como deshonestas, pudiendo incluso camuflar su auténtica identidad. Por todo ello, en el momento de las elecciones presidenciales les advierto: ¡no se sobrecojan si la figura de Marx blasona salas y despachos en Genova!.
Los piquetes informativos - aquellos que físicamente están ahí - han sido ninguneados por cuatro seres pasivos que se decantan por la lamentación, resignación y sumisión. En primera persona pude contemplar sus procedimientos y métodos en un entorno mayoritariamente calmado. Se podía respirar un aire pacífico dentro de un clima de indignación y lucha. Cualquier ápice de pequeña insinuación violenta por cualquiera de los presentes era condenada por los cientos de piquetes que ahí defendían sus derechos, los que estaban en casa resignados o los de los esquiroles y los hijos de estos últimos.
Mención a parte merece la asistencia obrera a la huelga. Cierto es que fue multitudinaria, pero nada que ver con la trascendencia que requería el sometimiento ante una reforma laboral que vulnera seriamente los derechos del trabajador. Una reforma que rebosa de despropósitos y que se va a llevar a cabo en todo el estado. Parece que esta España necesita más motivos y razones para desperezarse y luchar por sus derechos y los de sus presentes y venideras familias.
El fútbol es el reflejo de la sociedad en que vivimos, es lo que mueve y hace salir de sus madrigueras a este país de pandereta que tolera el abaratamiento de los despidos, la jubilación a los 67 y el recorte salarial del 5% al sector público de entre otras cosas. Es el pueblo oprimido y adulterado por los medios, por el clima de terror de un sistema desigual, comprado por el sucio capital que mueve y envuelve todo.
En el bando nacionalista solo se oyen chirriar dientes como una taza de café ante un terremoto. El españolista alardea con aires de preocupación y odio que se rompe España… el catalán lucha democráticamente por desvincularse, una parte del Vasco aboga por la lucha armada y de otros muchos no se habla pero están ahí... ¿España se desquebraja? Sí… el mundo se desquebraja… ¿saben porqué?, ¡pregúntenles al Patriotismo!.
No hace mucho oí gritar por la calle a uno de aquellos que llaman chiflados: “¡¡Mi patria es el mundo!!”... y desapareció ante la mirada incrédula de los viandantes...
“El fútbol no me da de comer” –dice una gran mayoría de esta porción de tarta futbolera, el mismo que cuando su equipo le da una alegría no se lo piensa dos veces en movilizarse en la fuente más cercana de su casa a explayar su satisfacción con gozo y júbilo…-
A lo cual respondo : “¿y el trabajo…?”